lunes, 13 de junio de 2011

Venta de libros en "La casita"

Autor/es Titulos Precio Venta
Alvarado/Bombini/Feldman/Istvan Nuevo Escrituron 42
Alvarado El Lecturon 42
Alvarado El Lecturon II 42
Labeir/Bibbó/Cilento/Sardi/Otros Otras travesias 40
Gerard Genette/Gerbaudo/Bronckart/ Lulú Coquette 38
Azpiazu/Barletta/Bombini Acta del 5to congreso 80
Douzou Cándido 42
Rivera Cuentos con Tías 34
Castilla Telón de Cielo 26
Tulian/Villafañe Por el camino de Don Quijote 26
Villafañe Circulen caballeros circulen 26
María Rosa Mó La regadera del Sol 20
María Rosa Mó Los pájaros de Joaquín 20
María Rosa Mó La escalera de Pascual 20


Un gusto por lo prohibido.

Autobiografía lectora

Recordar sobre lo que me han leído en la infancia, o mis primeras aproximaciones a la lectura me remite a la Enciclopedia Quillet y los grandes libros coloridos “Lo Sé Todo”, enciclopedias guardadas en el mueble de la sala de mi casa, de piso encerado y cortinas de Boal; lugar al que no se podía entrar sino con los “patines”, porque era “prohibido”, en realidad era un lugar destinado a recibir visitas, festejar cumpleaños o algún acontecimiento familiar importante.
Yo sentía mucha curiosidad y a la vez atraída, no sé si por la transgresión o bien por descubrir las historias fantásticas sobre los egipcios, Marco Polo y sus viajes a la China y las Historias Maravillosas de Julio Verne….me imaginaba esos mundos lejanos de los cuentos de Peter Pan que me leía mi hermana mayor.
Lo que recuerdo hoy, nítidamente, es que me molestaba muchísimo que esos libros NO se pudieran tocar.
Lo que sí podía tocar, leer y disfrutar eran las Historietas de “TOPOLINO” que me traía de regalo mi tía que frecuentemente viajaba a Italia, como también las revistas “Billiken”, “Anteojito” y “La pequeña Lulú”. Me fascinaba recortar las figuritas y completar los álbumes. Aunque, siempre traviesa y transgresora a las normas de mi casa, solía sacarle sin permiso la revista “Así” que solía comprar mi padre, porque allí veía “cadáveres destrozados”, que por supuesto, también estaba PROHIBIDO (el diario no me interesaba porque no tenía dibujitos y la letra era muy chiquita).
Siempre quise saber porqué estaban PROHIBIDOS esos libros que trajo mi hermano desde Córdoba (secretamente escondidos en el fondo del patio de mi casa), ésos nunca más se encontraron ¿Qué fin habrán llevado? ¿De qué o quién hablarían esos libros?

Fabio Ana

Un nuevo modo de lectura

Escenas de lectura
Especializando: Pintos Miriam

Mis imágenes de lectura en la infancia no se relacionan con un papá o una mamá leyéndome cuentitos antes de dormir, ni con una maestra amorosa contando cuentos en el jardín, sino con mi papá leyendo revistas de historietas: “Nipur” de Lagash, “La Legión” entre otros.
En general las historietas trataban sobre batallas, pérdidas, búsquedas, soledad…y algo de sangre! Las lecturas más “tiernas” digamos eran historietas de “Condorito” o “Paturuzito”. Esas historietas eran las que luego yo leía y me gustaban, eran la opción de lectura que tenía debido a la ausencia libros de cuento, de contadores de cuentos, chimenea encendida y alfombrita para sentarse a oírlos.
Recuerdo que la única novela que mi familia leyó era una novela del escritor brasileño Jorge Amado: “Capitanes de la Arena”, novela que no recuerdo si me regaló un amigo o la llevé de la biblioteca.
Ya en la adolescencia, mi mamá eligió una excelente escuela estatal que tenía una enorme biblioteca, de la cual usé mucho más que la bibliografía escolar, todos los viernes retiraba cuentos o poesías y los devoraba el fin de semana.

Pintos

Una gran contadora de Historias

BIOGRAFÍA LECTORA
Fue mi madre quien me inició en la lectura. Era una gran contadora de historias. Desde los tradicionales cuentos, los relatos bíblicos y las historias de su familia e infancia.
Digo que era una gran contadora porque tenía la capacidad de recrearnos con lujos de detalles cada relato, haciéndonos llorar a mis hermanos y a mí, en más de una ocasión, con las historias de su infancia, de los héroes y de cuanto personaje fuera protagonista de las aventuras que nos contaba. No fue sino cuando adultos que descubrimos que era una exquisita fabuladora. A pesar de que no se contradecía, con el pasar del tiempo, y al querer averiguar más sobre las historias, descubrimos que no todo era como nos pintaba.
No había muchos libros en mi infancia. Nunca dejaron de faltar los escolares, los famosos “Billiken” y “Anteojito” y alguna que otras revistas de aventuras e historietas que mamá compraba: “El Tony” e “Intervalo” que devorábamos hasta el mes siguiente en el que el revistero lo acercaba a casa.
A los 5 años empecé mi escolaridad primaria y me recuerdo a los 5 años y medio empezar a leer de corrido un libro de cuentos con las aventuras de un oso amigable y travieso. La maestra acostumbraba a poner un “¡Muy bueno!”, “¡Felicitaciones!” sobre la página leída. Éste era el mayor estímulo que podía haber recibido, luego de haber practicado una y otra vez la lectura en voz audible ante mi madre.
El otro gran personaje que me fascinaba era mi abuela. Ella vivía en Buenos Aires y sucedía algo “sobrenatural” previa a su llegaba que era casi siempre de sorpresa. Una enorme mariposa negra se posaba durante uno o dos días en algún lugar de la casa y era la anunciante de su visita. Mamá decía entonces: “Miren una mariposa. Anuncia visita de lejos. Seguro que va a venir la abuela Ana”. Y era sólo esperar porque ella llegaba…
La abuela Ana tenía una prodigiosa memoria, igual que mi madre, y también traía historias del resto de la familia que había quedado en la capital: sus otros hijos y nietos a quienes veíamos cada tanto. Ella era modista, por lo tanto ni bien llegaba se encargaba de coser. Sacaba la máquina de coser de mamá al patio durante las mañanas y mientras arreglaba las ropas de sus nietos cantaba, recitaba y nos ponía al día con las “novedades” familiares.
Tenía un sentido de humor grandioso, al igual que su optimismo y su generosidad. Con ella tuvimos una correspondencia de por vida, desde mis 5 años y medio hasta su muerte a los 74 años en que yo criaba a mis hijas con 8 y 10 años. Para entonces ya había iniciado a mis hijas en la seducción de los relatos infantiles…


H.L.D

Literatura Infantil y Juvenil UNaM "Una Literatura de arte Mayor"

Ya lo Decía María Adelia Diaz Ronner "¿de qué trata la literatura para chicos? Pues ¡vamos al grano ya! Trata de muchas cosas que nunca están superpuestas: de las palabras y las multiformas que cada escrito les otorga. Porque la literatura trata del lenguaje de sus resplandores en pugna, si se me permite describir casi poéticamente el oficio de escribir. Aunque suene extravagante, en pocas ocasiones se ubica al lenguaje como el protagonista específico de una obra literaria infantil. ¿Por qué expreso esta hipótesis de lectura? Porque, en general, se plurirramifica el tratamiento de un producto literario para los chicos abordándolo desde disciplinas que distraen del objetivo —y la especificidad, en suma— de todo hecho literario: el trabajo con la lengua que cada escrito formaliza."