jueves, 19 de mayo de 2011

Autobiografía

Relato

¿Cómo fui acercándome a la literatura? De la mano de mi padre, para quien las letras eran un nutritivo esencial para vivir. Cuando chica, con mis hermanos, arropaditos en la cama familiar, las aventuras y desventuras de Gatutu y otros personajes de quienes no recuerdo ya su nombre, despertaban nuestra imaginación con historias que había que completar.
"¡A que no se acuerdan dónde había llegado ayer Gatutu!"
"¡Yo me acuerdo! ¡Yo!" - nuestras voces infantiles a coro.
¡Ja! ¡ja! ¡ja! La trampita para retomar donde había quedado la noche anterior, porque él, seguro, que NO recordaba… si las historias las iba hilando sobre la marcha... Y Gatutu viajaba, siempre en movimiento hacia una dirección. Atravesaba puentes, arroyos, nadando o de un salto... Y en el camino se cruzaba con sus antagonistas...
Años más tarde era escuchar de su voz la lectura de los consejos del Martín Fierro a sus hijos, los del Quijote a Sancho Panza... mientras desde la Biblioteca Hugo Wast nos esperaba desde una veintena de volúmenes acomodados a la altura de nuestras manos (que no terminé ninguno)
Y nos preguntábamos, ¡por qué era importante llamarse Ernesto! Mientras tanto mis amigas consumían fotonovelas y novelitas de Corín Tellado que yo me moría por leer. "Y que ni se te ocurra hojear ni traer a casa, eso no es adecuado para.... (no-sé-qué-cosa)"
"¡Vos que sos la mujercita, vas a estudiar para maestra!" - el mandato familiar.- "¡A mí no me mandaron a estudiar la universidad, apenas si hice la Escuela de Artes y Oficios en la especialidad de Ebanistería."
Siguieron pasando los años. Cuando estaba todavía en el secundario, a los 16 años, elegí por primera vez por consejo de la Bibliotecaria de la Popular, donde me hice socia por “motus propio”, "El Túnel" de Sábato, y ya estando bastante avanzada en la lectura...
"¡De dónde sacaste esto! ¡No es lectura para una jovencita!" - tronó el pater familias. - "Y... ¿por qué?" ..."¿Por qué?" ... No hubo respuesta.
Tuve que devolver sin poderlo concluir. Justo cuando me había enamorado del estilo de un escritor que me proponía algo diferente... Pero prendió allí un brote.
A los 17, después de egresar del secundario, la opción por el Profesorado de Inglés fue una salida permitida. Yo era mujer y no iría a Resistencia a estudiar como el hermano mayor. Apenas 1 mes duró mi carrera... ¡Era difícil el verbo irregular! Así no aprobaría el ingreso. "Mejor me quedo en Castellano que es más fácil."
Y de esta manera, creo que sin mucha convicción, me vi arrastrada a leer... leer... y leer.
No disfruté mis lecturas obligatorias porque, entre Trabajos Prácticos, boliche, noviecito a escondidas, tres años fueron pasando... Después el amor, "el casamiento o me voy de casa", "hay que trabajar", los hijos... el Profesorado de Lengua, Literatura y Latín quedó relegado.
Allí desfilaron los best sellers de ficción de autores extranjeros a los que devoraba en una semana de ama de casa: de aventuras... ni recuerdo.
Diez años más tarde: “me conviene volver a estudiar", la separación. Entre el trabajo y el estudio mi contacto con la literatura se hizo diferente. Allí descubrí que me gustaba enseñar y sobre todo, me gustaba leer.
Descubrí que la Historia no era una materia más en un Programa de estudios, sino que iba muy "de la mano" de la literatura. La una no era sin la otra. Contextualicé y recorrí “a lo largo y a lo ancho" y percibí mundos tangibles e intangibles.
Y... hoy tanto me gustan las películas psicológicas de protagonistas femeninas, como libros en esa temática. Y mis amores son: "Los pájaros sagrados" de Víctor Verón, "Mujeres que corren con los lobos" de Clarissa Pinkola Estés, "El nombre de la rosa" de U. Eco…

Margarita Inés Idzi

Autobiografía

Autobiografía lectora
Al remontarme a mi niñez, recordando experiencias que han influido en mí como lectora visualizo tres escenas. Escenas cargadas de afectuosas sentimientos, escenas que ayudaron a formarme, no tan solo como persona, como ser pensante, si no que también me formaron como docente.
La primera, es una escena que me daba tranquilidad, veo a mi mamá leyendo y mis hermanos y yo jugando tranquilos a su alrededor. Leia libros sin dibujos en su interior, los cuales consideraba “feos y aburridos”. Pero recuerdo sus tapas coloridas. Algunas veces le preguntábamos que leía y nos contaba de extraterrestres o de monjes budistas.
Otro recuerdo lindo es estar sentada con mi hermana, junto a mi abuela materna quien nos mostraba fotos de cuando ella era chica y nos contaba apasionantes historias de cada fotografía. Al mirar las fotos y escuchar sus relatos revivía cada escena como si estuviera yo también en esa época.
Esa experiencia influyó mucho en mí, me apasiona la fotografía, los dibujos y las pinturas de paisajes me hacen volar con la imaginación deduciendo qué pasará en ese lugar. Además, como docente y como abuela, siempre muestro fotos para motivar la imaginación, y me encanta ver como los niños se alegran imaginando distintos hechos en los paisajes que les muestro.
La última escena, y la que me formó ideológicamente, es también en la casa de mi abuela, quien tenía una gran biblioteca, o para mí lo era, pues era pequeña y me parecía inmensa. Los libros que allí había los leí jugando a la maestra con mis hermanos, “Lo se todo”, “Coríntellado”, revistas de historietas como “Dartañan”, “El Toni”, entre otros libros y revistas. Pero había un libro, “el libro”, que hasta hoy lo guardo como un tesoro. El manual de 5º grado Editorial Estrada, de mi mamá.
Libro que leí varias veces, sobretodo la parte de historia, lo que se sobre “Las campañas de San Martín” lo aprendí en ese manual. Tiene un vocabulario fácil de comprender, al igual que los mapas que acompañan las explicaciones. Por esas lecturas amo la historia argentina, y cuando tengo que enseñar a mis alumnos historia argentina se las cuento como si fueran un cuento de aventuras.
Por otro lado, otras de las lecturas que hice en ese libro, desde pequeña, fueron “El Plan Quinquenal” o “La razón de mi vida” entre otras cuestiones políticas del gobierno de turno. Esas lecturas son las que considero me formaron ideológicamente, las leí varias veces y nunca pude entender, comparando con otros manuales, que también guardo de distintas épocas, la influencia política que se hizo en el pensamiento de los niños. Siempre me preguntaba, y le preguntaba a mi mamá, quien con cara de sorprendida me trataba de explicar mis preguntas ¿Por qué era obligación saber el pensamiento de la Primera Dama de esa época? ¿Quién mandaba ella o el presidente? A partir de ese libro considero que la escuela no tiene que influir en el pensamiento de los niños o adolescentes.
A esta altura puedo decir que para mí leer es aprender a pensar, tener argumentos para poder explicar por qué se piensa lo que se piensa.

Belloni

Autobiografía

RECUERDO DE LITERATURA EN MI INFANCIA

Mis recuerdos de literatura infantil se remontan a mis primeras experiencias en la escuela primaria, en especial en jardín de infantes, cuando la maestra nos hacia sentar en nuestros bancos relajados para comenzar a contar un cuento. Todos esperábamos ese momento porque nos gustaba mucho escuchar e imaginarnos cada personaje, el lugar, y las circunstancias que se planteaban en el mismo.
En cuanto a los cuentos que la maestra nos leía eran los llamados tradicionales (Caperucita Roja, Los Tres Chanchitos, Blanca Nieves, El Ciervito Bamby, etc.), pero, uno en especial era el que fue más significativo para mi, era “Blanca Nieves y Los Siete Enanitos”.
¿Porqué fue significativo para mí?, -porque a mí me gustaba ver dibujos y sobre todo si eran bien dibujados y pintados- además la maestra tenía pegado sobre el pizarrón una serie de imágenes en donde se reflejaba la secuencia del cuento; entonces, mientras escuchaba iba mirando e imaginándome cada situación.
Cuando transcurrió el tiempo y pase de nivel a primer grado usábamos un libro que se llamaba “Yo Solito” y tenía muchos dibujos con relación a la escritura, que me ayudaba a comprender las palabras y las oraciones. En mi casa siempre recibí la ayuda de mi papá, con él siempre leía y realizaba mis tareas.
Con el libro “Yo Solito” comencé a leer, primero oraciones cortas, en donde las imágenes fueron de fundamental ayuda y luego algunos textos con un grado más de complejidad.
Sin embargo, antes de ir a la escuela, en mi casa, no recuerdo que me hayan leído un cuento, pero sí recuerdo que mi papá le compraba a mi hermana mayor la revista “Anteojito” y ella me solía leer las historias e historietas de la revista mientras yo escuchaba atentamente y miraba los dibujos de la frecuencia.
En resumen todos los cuentos de mi infancia me gustaron mucho, sobre todo en aquellos donde existía algún personaje animal, porque me gustan mucho los animales, y además si estaban ilustrados, ¡eso sí que me gustaba las ilustraciones! A tal punto que ya en grados más avanzados de la primaria yo copiaba dibujos de los cuentos y los coloreaba, llegue a tal grado de manejo de la técnica de dibujo que en la materia plástica siempre la maestra me felicitaba por mis dibujos. ¡Que lindos recuerdos!
Santandrea

Autobiografía

ESCENAS DE LECTURA AUTOBIOGRÁFICA


Han pasado muchos años pero aún recuerdo uno de mis primeros libros de lectura, precisamente “Semillita” de primer grado. Un libro de texto pero al estar en poder de la maestra Ana se convertía en un objeto de placer. Ella fue quien desde mis seis años marcó ese amor por la lectura, porque la pasión, el entusiasmo, la buena dicción y entonación hicieron que comenzara a inventar relatos a partir de las historias que la maestra Ana me leía.
En mi casa, el refuerzo lo daba mi hermana mayor, quien entre los trabajos hogareños me leía con mucha fluidez fragmentos de la biblia, textos periodísticos, instructivos y además se encargaba de organizar el guión para el juego de las muñecas, primeros y después el de maestra-alumno.
No puedo olvidar a muchos educadores, quienes me continuaron acercando a ese placer de conocer a través de la lectura. Cuando pude diferenciar ficción de realidad ya estaba en el secundario, momento en el que opté por una carrera apasionante: Locutor Nacional. La lectura, el análisis, la producción fueron una constante, pero aún en mi interior quedaba “un espacio vacío”, a decir del poeta y ahí apareció la pasión por conocer más nuestra lengua y el apasionante mundo de la literatura que con su magia me atrapa a cada instante junto a mis hijos, mis alumnos, mis colegas en fin, en el juego mágico de vivir.

ASISTENTE: SKRIPCHUK, MIRTA CLARA
D.N.I 22579516

lunes, 16 de mayo de 2011

Autobiografías!

A continuación comenzaremos a compartir nuestra experiencia por medio de ustedes mismos

Relato

¿Cómo fui acercándome a la literatura? De la mano de mi padre, para quien las letras eran un nutritivo esencial para vivir. Cuando chica, con mis hermanos, arropaditos en la cama familiar, las aventuras y desventuras de Gatutu y otros personajes de quienes no recuerdo ya su nombre, despertaban nuestra imaginación con historias que había que completar.
"¡A que no se acuerdan dónde había llegado ayer Gatutu!"
"¡Yo me acuerdo! ¡Yo!" - nuestras voces infantiles a coro.
¡Ja! ¡ja! ¡ja! La trampita para retomar donde había quedado la noche anterior, porque él, seguro, que NO recordaba… si las historias las iba hilando sobre la marcha... Y Gatutu viajaba, siempre en movimiento hacia una dirección. Atravesaba puentes, arroyos, nadando o de un salto... Y en el camino se cruzaba con sus antagonistas...
Años más tarde era escuchar de su voz la lectura de los consejos del Martín Fierro a sus hijos, los del Quijote a Sancho Panza... mientras desde la Biblioteca Hugo Wast nos esperaba desde una veintena de volúmenes acomodados a la altura de nuestras manos (que no terminé ninguno)
Y nos preguntábamos, ¡por qué era importante llamarse Ernesto! Mientras tanto mis amigas consumían fotonovelas y novelitas de Corín Tellado que yo me moría por leer. "Y que ni se te ocurra hojear ni traer a casa, eso no es adecuado para.... (no-sé-qué-cosa)"
"¡Vos que sos la mujercita, vas a estudiar para maestra!" - el mandato familiar.- "¡A mí no me mandaron a estudiar la universidad, apenas si hice la Escuela de Artes y Oficios en la especialidad de Ebanistería."
Siguieron pasando los años. Cuando estaba todavía en el secundario, a los 16 años, elegí por primera vez por consejo de la Bibliotecaria de la Popular, donde me hice socia por “motus propio”, "El Túnel" de Sábato, y ya estando bastante avanzada en la lectura...
"¡De dónde sacaste esto! ¡No es lectura para una jovencita!" - tronó el pater familias. - "Y... ¿por qué?" ..."¿Por qué?" ... No hubo respuesta.
Tuve que devolver sin poderlo concluir. Justo cuando me había enamorado del estilo de un escritor que me proponía algo diferente... Pero prendió allí un brote.
A los 17, después de egresar del secundario, la opción por el Profesorado de Inglés fue una salida permitida. Yo era mujer y no iría a Resistencia a estudiar como el hermano mayor. Apenas 1 mes duró mi carrera... ¡Era difícil el verbo irregular! Así no aprobaría el ingreso. "Mejor me quedo en Castellano que es más fácil."
Y de esta manera, creo que sin mucha convicción, me vi arrastrada a leer... leer... y leer.
No disfruté mis lecturas obligatorias porque, entre Trabajos Prácticos, boliche, noviecito a escondidas, tres años fueron pasando... Después el amor, "el casamiento o me voy de casa", "hay que trabajar", los hijos... el Profesorado de Lengua, Literatura y Latín quedó relegado.
Allí desfilaron los best sellers de ficción de autores extranjeros a los que devoraba en una semana de ama de casa: de aventuras... ni recuerdo.
Diez años más tarde: “me conviene volver a estudiar", la separación. Entre el trabajo y el estudio mi contacto con la literatura se hizo diferente. Allí descubrí que me gustaba enseñar y sobre todo, me gustaba leer.
Descubrí que la Historia no era una materia más en un Programa de estudios, sino que iba muy "de la mano" de la literatura. La una no era sin la otra. Contextualicé y recorrí “a lo largo y a lo ancho" y percibí mundos tangibles e intangibles.
Y... hoy tanto me gustan las películas psicológicas de protagonistas femeninas, como libros en esa temática. Y mis amores son: "Los pájaros sagrados" de Víctor Verón, "Mujeres que corren con los lobos" de Clarissa Pinkola Estés, "El nombre de la rosa" de U. Eco…

Margarita Inés Idzi

Literatura Infantil y Juvenil UNaM "Una Literatura de arte Mayor"

Ya lo Decía María Adelia Diaz Ronner "¿de qué trata la literatura para chicos? Pues ¡vamos al grano ya! Trata de muchas cosas que nunca están superpuestas: de las palabras y las multiformas que cada escrito les otorga. Porque la literatura trata del lenguaje de sus resplandores en pugna, si se me permite describir casi poéticamente el oficio de escribir. Aunque suene extravagante, en pocas ocasiones se ubica al lenguaje como el protagonista específico de una obra literaria infantil. ¿Por qué expreso esta hipótesis de lectura? Porque, en general, se plurirramifica el tratamiento de un producto literario para los chicos abordándolo desde disciplinas que distraen del objetivo —y la especificidad, en suma— de todo hecho literario: el trabajo con la lengua que cada escrito formaliza."