miércoles, 20 de febrero de 2013

“Los niños tienen derecho a leer historias serias: pueden ser divertidas, trágicas, dramáticas, pero tienen que ser serias.” Entrevista con el ilustrador Nikolaus Heidelbach

—Tu formación profesional es filología alemana, teoría e historia del arte y del teatro. ¿De qué manera aporta esta formación a la manera que pintas y que cuentas historias? —Es una pregunta difícil. Mira, lo más importante es que soy hijo de un pintor, Karl Heidelbach, y él siempre me decía: no estudies pintura, vive como un artista. ¿Entiendes? Me dijo: no pintes solamente. Si quieres ser un pintor, un ilustrador, trata de trabajar, estudia otras cosas que aporten a tu trabajo. El dibujo lo puedes aprender tú mismo. Por supuesto que sé mucho de historia del arte y eso está en mi cabeza cuando yo dibujo, pero no es un elemento vital, no se necesita saber historia del arte para dibujar. Pero sirve. —¿Por qué? —Mmm… es una cosa fina. Tiene que ver con ser inocente. Sentarse y decir: soy el primer dibujante. Si pienso que soy la persona número uno, puedo decir: “voy a dibujar una niñita”. Yo sé que 4 millones de personas en el mundo ya han dibujado una niñita (eso puede ser un poco desalentador). Pero ¿cuántas de esas personas han dibujado a una niñita metiéndose el dedo en la nariz? Tiene que ver con la autoconfianza, con el hecho de saber que yo veo algo diferente, algo nuevo en lo que dibujo. Por ejemplo, si veo en una pintura de Goya, una niñita con un vestido rojo, y que tiene un pajarito amarrado a una cuerda. Eso es muy interesante. Y ahí puedes ver qué son capaces de hacer los niños. Algo que está entre la crueldad y el juego. Si dibujo a una niña, o niños; si ves a unos niños molestando a un pajarito, o a un animalito, eso es algo que sucede, es algo que puedo mostrar. ¿Conoces el libro ¿Qué hacen las niñas? ? (1) Ahí puedes ver un ejemplo: hay una niña casándose en secreto. Lo que yo puedo hacer es poner “detalles”. (Toma el libro y me señala) ¿Ves esta mesa, con libros, al lado de la manilla de la puerta? La puerta, no se puede abrir. ¿Ves la grabadora? Está funcionando. Y el cura que la está casando es un escarabajo. Es una escena real, pero es fantástica. Este escarabajo no es de juguete, porque está parado en sus patas y oficiando de sacerdote. Pero un escarabajo no lo puede hacer, y aquí está la fantasía. Ahí está lo distinto y la confianza en que estoy aportando algo, con la mirada nueva, con la expresión de algo nuevo. Ilustración del libro ¿Qué hacen las niñas? —Ayer estuve en el museo Wallraf-Richartz de Colonia y vi muchas pinturas como ésta, por ejemplo, que me recordaron a tus dibujos (le muestro una pintura de Durero). Esto fue hecho alrededor del 1500, ¿qué me puedes decir de esto? Dos músicos de Durero. Heidelbach se echa para atrás en su silla, con sus brazos detrás de la cabeza, y me dice: —¡Esto es donde he vivido!, ¡con esto! Vivo en Colonia desde 1965. Mi padre, como te conté, era pintor. (Me lleva a otra pieza donde me muestra los cuadros de su padre). ¿Ves? Si te crías con esto alrededor, si ves esto desde pequeño, va penetrando en tu persona… es fascinante. (Reflexiona) Lo más importante para mí es la expresión. Pero no la expresión en la pincelada (como los artistas de comienzos del siglo XX), sino la expresión en los ojos. Cómo mira ese niño aquel lugar. Si hay tres personas en una pieza, cómo interactúan. Cómo miran… La expresión en un dibujo es lo más importante para mí. Por ejemplo, mira (me indica una de las ilustraciones del libro ¿Qué hacen las niñas?), ella es muy valiente. Mira donde está y qué está haciendo… ella cierra sus ojos. Le está caminando una babosa sobre el rostro, es una sensación muy pegajosa y medio asquerosilla… Ilustración del libro ¿Qué hacen las niñas? —En una entrevista publicada en Internet mencionaste la crueldad, como parte de la infancia. ¿Me puedes contar más sobre ese tema? —En general, no creo que la infancia sea un período de la vida completamente diferente. Es diferente, no hay duda, pero no es tan distinto como para que no podamos volver, de alguna manera, a ese estado. No podemos volver a ser niños nunca más. Eso del niño dentro de ti… no lo creo. Pero yo sí creo que uno puede recordar cómo era cuándo era niño o niña. Lo que quiero decir es que no hago mayores diferencias en mi trato hacia niños y hacia adultos. Me gusta tomar a los niños seriamente. Y esto significa que no hago los libros para niños en mis rodillas, los hago parado. Creo que los niños tienen derecho a leer historias serias: pueden ser divertidas, trágicas, dramáticas, pero tienen que ser serias. Y esto es distinto a lo que proponen un montón de escritores antiguos y contemporáneos que escriben libros para niños y no los toman en serio. Creen que tienen que ser simples, que tienen que ayudar a los niños cada vez que algo empieza a ponerse crítico. Yo pienso que no es así. En Alemania soy famoso por esto, hablo de esto hace 30 años, hay una frase que dije hace veinticinco años: “Quiero ver un solo dibujo frente al cual un niño diga «No entiendo»”. Aun no veo ese dibujo. Si vas a un museo, los niños miran y preguntan. No hay necesidad de dibujos especiales. Puedes hacer los mismos dibujos para los niños que para los adultos. Sólo con dos excepciones: el cuidado con la ironía y la sátira. No hay público para eso en los niños. Por lo tanto, no hay cosas que no puedas hablar con niños. Si le cuentas a un adulto sobre Auschwitz, eso es difícil. Y es difícil para un niño también. Pero tienes que buscar la manera. Si hay una historia con Auschwitz, tienes que pensar cómo hacerlo; eso es un desafío, pero tanto para niños como adultos. Mi libro Reina Gisela (2) trata sobre la guerra, pero eso está en las imágenes de la historia. Si debo hablar de violencia, debo encontrar la forma de mostrarla. En el texto, en el dibujo, una mezcla entre los dos. No creo que el tema deba ser lo más importante: hay libros sobre padres, sobre abuelos… no me gustan. Me gustan las historias, me gusta que los abuelos, los padres, sean parte de la historia. O donde los discapacitados, las armas, el amor, por ejemplo, sean parte de una historia; que se cuente. Si me dices que Reina Gisella es una historia de un reinado, sí, lo es; pero lo más importante es que es la historia de una niña. Y para ser más exacto, es la historia de dos niñas. Muchos críticos de literatura infantil han dicho que es la historia de una niña que se convierte en otra por una historia. ¡No! ¡Son dos niñas! A todo esto, la crítica de literatura infantil rara vez es buena… Ilustración del libro Reina Gisela. —¿Cómo ha cambiado la manera en que trabajabas hace 25 años y cómo lo haces ahora? —Lo principal es lo mismo, igual que 30 años atrás. La técnica… he aprendido mucho de pintura. Si recuerdas lo de la expresión, y veo el libro Prinz Alfred (Beltz & Gelberg, 1983), creo que es lo mismo, no podría hacer mejor la expresión de ese niño. Sin embargo, con las técnicas que he aprendido, hay escenas que hace 30 años no sabía hacer. Lo principal lo sigo haciendo igual, la expresión, la haría exactamente igual. Hay menos errores, distorsiones, pero la misma solución. Haría esta niña de la misma manera, sacándose los calcetines. Mira estas impresiones de un nuevo libro que está por salir. Mira esto… no es tan tan diferente de lo de hace 30 años atrás, hay técnicas nuevas pero ¡lo primordial sigue igual! —¿Tus formatos son grandes? —No necesariamente. Depende. Algunos son pequeños, otros algo más grandes, pero nunca gigantes. Estoy un poco orgulloso de eso, porque no necesito mucho espacio para ilustrar… todo en pequeño. —¿Recomendarías clases, escuelas, talleres? —Es difícil. Practicar, dibujar, dibujar… y encontrar alguien que te ayude, que te diga cosas. Es difícil para mí, mi caso —de cómo me convertí en ilustrador— es muy singular. A los 14 años decidí ser un artista y luego me dí cuenta de que para ser un real artista como Caravaggio o Durero iba a ser imposible; no tenía tanto talento o habilidades. Entonces decidí contar historias… y así fue. Comencé escribiendo pequeñas historias y dibujándolas. Y para poder seguir con esto, traté siempre de mejorar mis posibilidades como pintor. ¿Cómo pinto una cocina? Mira, la solución es simple: una pared, una ventana… es simple. Pero pienso que es encantador. Si quieres dibujar un niño en una pieza bastan una pared, una mesa, una serie de elementos; pero no sé si todo eso es necesario para crear la atmósfera y el escenario. —Es decir, la selección de los elementos que componen una escena no es tan obvia. —Exacto. Y yo recorrí un largo camino hasta ahora, entonces no puedo decir a otros cómo hacerlo. Lo que sé, es que pinto todos los días. Si quieres aprender (y no eres un genio) tienes que hacerlo todos los días, y yo lo hago hace 40 años. Nikolaus nos confesó que jamás podría venir a Sudamérica porque no se sube a los aviones. Puede que venga en barco; le ofrecí un pasaje. Me dijo que lo meditaría con calma y se quedó pensando. Notas (1) Heidelbach, Nikolaus. ¿Qué hacen las niñas? Ilustraciones del autor. Traducción de Moks. Barcelona, Libros del Zorro Rojo, 2011. Nota de Imaginaria: En la sección “Reseñas de libros” publicamos un comentario sobre este libro. (2) Heidelbach, Nikolaus. Reina Gisela. Ilustraciones del autor. Traducción de Christiane Reyes. Barcelona, Editorial Juventud, 2008. Bibliografía en español de Nikolaus Heidelbach Como autor integral (texto e ilustraciones) Reina Gisela. Traducción de Christiane Reyes. Barcelona, Editorial Juventud, 2008. Un libro para Bruno.Traducción de Olga Martín Maldonado. Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2008. ¿Qué hacen las niñas? Traducción de Moks. Barcelona, Libros del Zorro Rojo, 2011. Existe también edición en Círculo de lectores (Barcelona, 1996), con adaptación del texto al castellano de Isabel Romero. ¿Qué hacen las niños? Barcelona, Libros del Zorro Rojo. De próxima aparición. Como ilustrador El nuevo Pinocho. Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi contadas de nuevo por Christine Nöstlinger. Ilustraciones de Nikolaus Heidelbach. Traducción de Manuel Ramírez Giménez. Valencia (España), Mestral Libros, 1988. Cuentos de los hermanos Grimm. Ilustrados por Nikolaus Heidelbach. Traducción de José Miguel Rodríguez Clemente. Barcelona, Círculo de Lectores-Galaxia Gutemberg, 1996. Cuentos de Hans Christian Andersen. Selección y edición a cargo de Hans-Joachim Gelberg y Nikolaus Heilderbach. Ilustraciones de Nikolaus Heidelbach. Traducción Blanca Ortiz Ostalé. Barcelona, Círculo de Lectores-Galaxia Gutemberg, 2005. El Gran libro de cuentos para niños. Franz Hohler (textos) y Nikolaus Heidelbach (ilustraciones). Traducción de Cristina García Ohlrich. Barcelona, Editorial Juventud, 2010. Informe bibliográfico preparado por Roberto Sotelo.

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Literatura Infantil y Juvenil UNaM "Una Literatura de arte Mayor"

Ya lo Decía María Adelia Diaz Ronner "¿de qué trata la literatura para chicos? Pues ¡vamos al grano ya! Trata de muchas cosas que nunca están superpuestas: de las palabras y las multiformas que cada escrito les otorga. Porque la literatura trata del lenguaje de sus resplandores en pugna, si se me permite describir casi poéticamente el oficio de escribir. Aunque suene extravagante, en pocas ocasiones se ubica al lenguaje como el protagonista específico de una obra literaria infantil. ¿Por qué expreso esta hipótesis de lectura? Porque, en general, se plurirramifica el tratamiento de un producto literario para los chicos abordándolo desde disciplinas que distraen del objetivo —y la especificidad, en suma— de todo hecho literario: el trabajo con la lengua que cada escrito formaliza."